Andrés Navas muestra una iconografía personal de líneas orgánicas que se mezclan unas con otras dando lugar a figuras y animales que emergen del propio cruce y superposición del lápiz o el conté.
En cada una de sus obras, destacan especialmente las expresiones genuinas de los rostros y los ojos que nos trasportan a lo largo de cada composición hacia el interior del artista.
Estos retratos forman parte de su creación diaria habitando temporalmente numerosos folios y hojas, que desde hace unos años quedan representados en maderas recicladas y soportes que le permiten mezclar el agua junto con técnicas secas.